miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cambio Climático



LO QUE DICEN LOS CLIMATÓLOGOS DE LA ONU

Antonio Madridejos y Manuel Vilaseró*

El calentamiento no es una amenaza a la que se enfrenta la Tierra en las próximas décadas, sino una evidencia científica que ya está en marcha y cuyas consecuencias, aun siendo difíciles de precisar, pueden ser catastróficas. Las dudas se han disipado: el hombre, y no las causas naturales, es el gran responsable del desastre y el único que puede mitigarlo.

Esta es la principal conclusión a la que han llegado tras seis años de trabajo los miembros del IPCC, el grupo internacional de más de 2.000 expertos en clima a las órdenes de la ONU. Los resultados de ese trabajo insisten en que, en caso de que no cambien las cosas, la temperatura aumentará de aquí al año 2100 entre 1.8 y 4 grados, con una estimación media de 3, una situación que no se registraba en la Tierra desde hace muchos miles de años.

Durante los últimos 100 años, la superficie terrestre se ha calentado 0.72 grados.


Mucho más fino

Pero ¿esto no se sabía ya? No exactamente. El tercer informe del IPCC, publicado en el 2001, era extremadamente cuidadoso con las fórmulas.

Al referirse a la responsabilidad humana, al prever el deshielo o a la hora de cuantificar los récords de calor del siglo XX, el informe empleaba expresiones como "es muy probable, con una fiabilidad de entre el 66% y 90%". El cuarto informe va más allá. Menudean los porcentajes en torno al 90%.

La razón de ello es que en los pocos años transcurridos desde entonces se ha acumulado infinidad de evidencias y se han perfeccionado los métodos de análisis. Por ejemplo, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los cinco años posteriores al 2001 han entrado a formar parte de los seis más cálidos desde al menos 1850, que es cuando empiezan en todo el mundo las mediciones sistemáticas con termómetro, y además con una desviación enorme sobre la media.

Ciertamente hay excepciones, como algunas zonas de la Antártica, pero en gran parte del planeta se está ya por encima de un grado con respecto al periodo de referencia 1960–1990.

Fenómenos sintomáticos como el deshielo de los glaciares de montaña y de la banquisa boreal, ya apreciados en 2001, se han acelerado, según han confirmado numerosos estudios publicados por los mejores grupos de investigación. En el caso del Ártico, la cubierta de hielo permanente se ha reducido un 3% en la última década. Sin embargo, cómo influirá todo ello en el nivel de los océanos es aún motivo de controversia, hasta el punto de que el informe habla de un margen de entre 19 y 58 centímetros de aumento (en 2001 era de 9 a 95).

En cualquier caso, un estudio que publica la revista Science sostiene que el nivel está subiendo a razón de 3.3 milímetros por año, frente a los 2 citados por el IPCC en 2001.

La mayor recurrencia de los fenómenos extremos, también prevista hace seis años, muestra ejemplos discrepantes, aunque parece ser que aumentan las olas de calor en ciertas zonas (Mediterráneo, buena parte de África, sur de Asia) y las lluvias y las inundaciones en otras (Asia central, Europa oriental. El número de ciclones no se ha incrementado en las últimas dos décadas, pero un reciente estudio norteamericano (EEUU) ha precisado que ahora son más violentos (con independencia del daño generado, un factor muy vinculado a la mala urbanización y la superpoblación).

El análisis de los hielos subterráneos de la Antártica –los sondeos cilíndricos llegan ahora a 900.000 años de antigüedad, frente a los 250.000 del 2001– ha confirmado que nunca desde entonces ha habido en la atmósfera una concentración tan elevada de CO2.

El estudio de los anillos de los árboles, de documentos conservados en monasterios y de conchas acumuladas en los lechos marinos, entre otros indicios indirectos, se han repetido por todo el mundo hasta concluir que no había habido en los dos últimos milenios un periodo tan cálido como el actual. Ni siquiera durante el llamado Óptimo Climático Medieval (siglos X–XIII), cuando las viñas crecían incluso en Gran Bretaña.

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